Piratas de papel, al abordaje
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Piratas de papel, al abordaje


Corto Maltés, de Hugo Pratt.

El Salón del Cómic repasa la huella de los principales corsarios del tebeo
De la visión romántica a la realista, destaca su tratamiento como héroes
La historieta hispana, abanderada del género por su carácter aventurero
Batman o Los 4 Fantásticos también fueron piratas por un día
En Europa la piratería era más popular; en América, la censura la frenó

Marcos Nebreda | A Coruña

Su historia ha estado íntimamente ligada al mar, retratados más como héroes que como villanos. Los piratas han poblado un siglo de viñetas alrededor de los mares y ahora llegan a su propio hábitat, el Acuario de A Coruña. Una muestra revisa, dentro del Salón Internacional del Cómic 'Viñetas desde o Atlántico', el papel de los corsarios reales e inventados en el mundo del cómic y lo hace de la mano de Antoni Guiral, premio a la divulgación del Salón del Cómic de Barcelona en 2007.

Para el montaje de 'Piratas en el cómic', Guiral hizo un ejercicio de memoria y echó mano de personajes clásicos como Tintín, que aborda el tema de la piratería en 'El tesoro de Rackham el Rojo', o los galos Astérix y Obélix, que también se enfrentaron a malvados corsarios en sus aventuras. Ya en España, clásicos como El Cosaco Verde, El Capitán Trueno o Roland el Corsario, considerada una de las mejores series de cómics de piratas de todos los tiempos, también sirvieron de inspiración al comisario de la muestra. En la singladura, Guiral recorre la huella que dejaron en el papel estos personajes, desde Europa a América o Asia, separándolos en función de los diferentes formatos de publicación: tiras de prensa, revistas, comic-books o libros.

Roland el Corsario, de José Luis García López (1972).

La figura del pirata en el cómic ha ido evolucionando, según Guiral, "de forma muy pareja al cine", desde el Capitan Blood de Errol Flynn de 1938, que da "una visión muy romántica del personaje", hasta los tebeos españoles de los años 40 y 50 que mantienen esa misma tónica. En esa época el cuadernillo apaisado de las historietas de aventuras fue el formato más comercial de los quioscos del país. A medida que pasa el tiempo se produce una aproximación más realista a su figura, con colecciones como 'Piratas y Corsarios' o la francesa 'Barbarroja'. "Sin embargo, no se ha dejado nunca de lado ese halo romántico relacionado con el sentimiento de libertad que tanto gusta a la juventud", recuerda Guiral sobre esta evolución.

En España le llamó la atención la división de los tebeos clásicos entre piratas buenos y malos, pero sobre todo la proliferación de la imagen del corsario bondadoso, "ignorando que eran hombres que mataban, robaban y saqueaban". Una interpretación que también comparte la historieta argentina con referentes del grafismo como Hernán el Corsario, de José Luís Salinas. Guiral atribuye este concepto a la censura de la época y al afán de identificar al pirata como héroe "porque tiene la libertad como bandera aunque realmente sea un antihéroe". En eso la historieta hispana ha sido un distintivo de la piratería y sus autores han abordado el espíritu ancestral de la aventura pura y dura.

Las excepciones americanas y orientales

Portada del TBO de 1976.

Frente a esta vertiente, en la muestra se repasa también la presencia mucho más escasa del pirata en el cómic americano. En las tiras de prensa no se solía presentar a los corsarios como protagonistas para evitar escenas violentas o personajes anti heroicos. "Es un tema muy molesto en Estados Unidos y ha habido acciones coercitivas para tratarlo con libertad", apunta Guiral. "La legislación también controló la figura del pirata en Europa pero siempre fue más popular que en Estados Unidos, al representar la aventura", recuerda el comisario de la exposición.

Con todo, existen ejemplos como el comic-book 'Piracy' de comienzos de los 50, con escasa vida, e incluso superhéroes como Flash Gordon se cruzaron en sus aventuras con piratas. Guiral destaca dos series muy conocidas de comic-book de superhéroes con guiños al género de la piratería. Por un lado, 'Los 4 Fantásticos' donde 'La Cosa' se convierte en pirata y el mismísimo Batman, que se transforma en un corsario del siglo XVII.

Fuera del mundo occidental la figura no ha trascendido tanto pero desde hace unos años el manga ha aportado una visión muy particular de este género con dos ejemplos destacables. El Capitán Harlock, un personaje deshumanizado que siente anhelo de aventuras y se convierte en un pirata especial. El segundo es ‘One Piece’, de la que se hizo una serie de televisión y que aborda la historia de un joven que desea ser rey de los piratas en un mundo ficticio y para lo cual se embarcará en la búsqueda de un tesoro. "Los japoneses asumen a su manera el género y lo reinterpretan", matiza Guiral sobre este aspecto.

De piratas literarios a secuestradores
Desde el siglo XVI la literatura sobre piratas ha estado muy presente y ha constituido también una gran fuente de inspiración para la novela gráfica. Entre todas las obras existe una referencial sobre el género, 'La Isla del Tesoro' de Stevenson, que ha sido una de las más versionadas por el cómic y cuyas muestras también se pueden ver en este espacio del Salón del Cómic coruñés.

Hernán el Corsario, de J.L. Salinas, de 1936.

Pero Antoni Guiral tampoco se olvida de otros clásicos como Sandokán o Corto Maltés del italiano Hugo Pratt. "Fue un pirata contemporáneo del siglo XX antes de convertirse en el aventurero que hoy todos conocen", recuerda. Las historietas italianas del género han tenido gran presencia tanto en tebeos como en cómics más experimentales y las franco-belgas han situado siempre a los piratas en su época más álgida, cuando surcaban océanos en pos de tesoros y botines.

Hoy ha cambiado el concepto y la manera de entender la piratería pero esos nuevos piratas que protagonizan noticias con rocambolescos secuestros distan mucho de la imagen clásica del corsario de tinta y tampoco tienen cabida en el cómic actual. "Ahora se producen más historias relacionadas con la vida rutinaria pero no tanto con el sentido de la aventura. Hemos perdido la creencia en la historieta de género", lamenta Guiral con aire nostálgico de aquellos filibusteros que surcaban los mares y cuyas singladuras viven en el papel pero sobre todo en la memoria colectiva.

Fonte: http://www.elmundo.es/elmundo/2011/08/13/galicia/1313224868.html (13/08/2011)




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